Take it easy
Algunas veces ...
el tiempo se detiene,
losespaciosseamontonan,
el presente colapsa,
y el drama es una bola de nieve.
But then ...
¡I take it easy!
cups
martes, marzo 29, 2005
-12:46 p.m.
Mi muerte
La idea por si sola, parecía un argumento tomado al azar de algún relato de Borges, sin embargo, sí el hecho no lo hubiera vivido con aquellas nitidez, pueden estar seguros de que no me atrevería a narrarlo. Las diecinueve horas era demasiado temprano para estar dormido y tener un sueño de tal dimensión y la imagen era exageradamente clara para ser considerada siquiera una visión. Cuando me descubrí en aquella banca de la plaza de los Niños Héroes, la tercera en orden si se llegaba en dirección de la privada Melchor Ocampo, de una blancura inusual para la época y la ubicación del parque, supe al momento que estaba muerto. Ausente de sorpresa me acerqué a dos pasos e inicié un examen detallado de lo que parecía mi cuerpo naturalmente posado en aquella banca. Había sufrido algunos desmayos atribuidos más al miedo (nervios insistían mis hermanas y mi madre) de que me extrajeran muestras de sangre que a mi naturaleza debilucha y enclenque, la cual en toda mi vida no me causó complicaciones mayores a una gripe, sin embargo sabía que las causas de mi muerte no se atribuían a lo anterior. Revisé el rostro, no tenía heridas, golpes, rastros de sangre o señal alguna de violencia, el resto del cuerpo seguía una tónica similar. Moví la cabeza a modo de negación, que significaba en sí una afirmación, el diagnóstico no había cambiado, estaba muerto. Quise cargar con el cuerpo para llevarlo a casa, sin embargo mis cincuenta y ocho kilogramos, pesaban como setenta y seis después de muerto, además de que no me serviría de mucho, deduje. Caminé a casa. Anocheció por completo. Nunca supe que sucedió con el cuerpo, de la indumentaria solo tomé el reloj azul, premio de graduación sin valor especial añadido. En el vecindario no se comentó nada, hice algunas indagaciones, todas de manera discreta, encontrando siempre las mismas negativas. Nadie sabía nada, o quizá no querían comentar algo para no atentar contra mi raciocinio o establecer una versión adversa a la que hasta hoy sigo refiriendo a los que se interesan.
Algunos escépticos, no pocos, aún siguen preguntándome, como es que me di cuenta al instante de que estaba muerto, sonrío hacia adentro mientras el reloj azul marca la hora de tomar dos píldoras, respuesta simple, obviedad a la vista, bastó con ver esa mirada perdida. Me había quedado sin pensamientos.
by R.Castillo