Comparando lo que ahora es este blog, con lo que fue en un principio, incluso la intención para la que fue creada o el fin que perseguía, encuentro diferencias bastante marcadas y que han ido evolucionando conforme el tiempo avanza. De pronto el blog fue una forma de expresión, que por las ventajas de publicación, hospedaje, creación que ofrece, da oportunidad para que cualquier individuo, tenga la posibilidad de propagar lo que se le venga en gana, sin importar el tópico que trate o el contenido de este, en la blogosfera no existe el mínimo control o algún código de conducta que rija lo que aquí se publique, más que el filtro personal que cada quien pueda tener. Sin embargo las intenciones iniciales para la creación de un blog varían, mi idea original, a recomendación de alguien por supuesto, versaba en que los blogs eran espacios en los que podías verter o ser lo que en el espacio físico, no mostrabas, versión bastante romántica a la que creo nunca me apegué, sin en cambio ahora, la intención va más allá de un espacio para escribir, a un espacio también para ser leído. Intención bastante pretenciosa, partiendo de la hipótesis de que los blogs sólo son leídos por los mismos blogueros, y que realmente en este tiempo, no tienen peso especifico en la opinión pública y pensar que a largo plazo lo tendrán, resulta bastante utópico. De igual forma, queda el consuelo de que los blogs, son un buen lugar para expresarse, que de alguna manera, siempre encontraran aunque sea algún despistado eco. En Boulesis se abrió un debate, del cual quisiera tomar algunas de las preguntas que se proponen y agregar otras, junto a algún intento de respuesta:

¿Para qué sirve un blog?
Como lo dije en el post, para publicar lo que de alguna forma ya escribía y expresar ideas de temas que el mismo sistema de blogs genera.
¿Porqué para nosotros es tan importante la blogosfera si nadie sabe qué es eso?
Buena pregunta (frase generalmente utilizada cuando no se tiene una buena respuesta), quizá la importancia radica, en que el sentido inicial no pretende más que la expresión por si sola, sin esperar retroalimentación alguna, (aunque al final todos la esperemos). Y siendo honestos, a casi nadie nos leen las personas que con las que convivimos físicamente. ¿Cuál me dijiste que era la dirección de tu “block”?.
¿El futuro será de los blogs?
Bastante aventurado afirmarlo o descartarlo, podría ser, si toda la gente se convierte en bloguero, luego entonces toda la gente leerá blogs.
¿Qué opinas de tu propio blog? ¿porqué tiene tan pocas visitas si es bastante mejor que el de *****?
Si lo pusiera en perspectiva, no creo que mi blog sea de los mejores, he leído muchos más de mayor contenido y originalidad. Por lo general ahora busco siempre que lo que publiqué me convenza a mí, primeramente. Y sí, ni negarlo, siempre habrá algunos malísimos con más visitas, (conozco varios), sin embargo no creo que ello conlleve un cambio en el contenido de los blogs propios.
¿Alguien se cree esas historias de blogs y bloggers americanos que influyen sobre gobiernos y medios de comunicación y que viven de ello?

No sé, por envidia prefiero no creerlo y menos viniendo de Estados Unidos.
¿Cómo sería el post perfecto?
El que aún no se escribe, (esto no se si lo leí por ahí, me parece tenerlo en el subconsciente, aunque al final solo repetimos cosas que ya hemos leído, y coincido totalmente con esa respuesta).
¿Cuál fue tu intención inicial para crear un blog? y ahora, ¿sigue siendo la misma?
Creo que esta respuesta queda bien explicada en el post, invariablemente, publicar y ser leído.

Y tu, ¿qué respondes? se valen todo tipo de respuestas.

Nada tan desafiante como descubrir que se ha caído en la propia trampa, que el juego se ha escapado de las manos y que la situación no era tan controlable como se presumía. Nada tan desafiante que descubrir que frases tan gastadas y tantas veces desdeñadas, como "se cosecha lo que se siembra" ó "todo tiene consecuencias", llegan a ser casi proféticas, embonando exactamente en los hechos. Nada tan desafiante que descubrirse extraño, frente a una imagen que no se sabe en que tiempo mudó. Y descubrirse además impotente, viciado, estéril, improcedente, vestido de miedos inevitables y desvestido de posibilidades. Nada tan desafiante como descubrirme humano, y escudarme en ello. Nada como sentirme desafiado.

Recuerdos de mi infancia, en lunes.

El juego consistía, en que al abrir aquel grueso libro de español de secundaria, al azar, necesariamente tenías que encontrar una ilustración con la rúbrica de Cora Franchini, de otra forma te hacías merecedor de un castigo, habitualmente un coscorrón o una pamba, mis hermanos mayores eran expertos en esas clases de demostraciones. Sin duda que los inviernos de los 8Os eran más largos y los días más noches, no rebasaba los 8 años en esas épocas, en las que ni el nintendo, play station o siquiera el atari, existían aún en nuestra imaginación, gastábamos los fríos días, inventando juegos dentro de aquella habitación que compartíamos los cuatro; ¿Dónde dice .......? ¿Cuál es el animal que empieza con C y termina con E?. Dónde las reglas de aquellos particulares juegos las ponía el mayor o cuando mejor nos iba, la mayoría. Tiene que ser conocido, que no sea repetido, no te lo hayas inventado, ¿estas seguro que es C y no S?, ¿no lo habrás descubierto en la enciclopedia?, porque todos debemos conocerlo. Y yo, el menor, utilizaba la técnica de la respiración, y salía a tomar aire fresco, o frío, para poder acertar al menos a esa que mis hermanos aún seguían sin encontrar, la salida generalmente solo me servía para descansar la vejiga a medio patio, de las tazas de café que nos tomábamos, acompañadas de tortillas de azúcar que mi madre cocinaba, sin mayor ciencia que una tortilla de harina normal, pero con azúcar en lugar de sal. Se vivía más sin duda. Los 90s no sé donde quedaron y me descubrí de pronto en otro siglo, con más relaciones virtuales y menos relaciones reales, con más de veinte años encima, con sobrinos de esos hermanos, los mismos que escondían las tortillas de harina abajo del colchón para no compartirlas, con el internet como oráculo personal, pero en el que aún no puedo encontrar rastro de aquel Cora Franchini, que debió ser algún dibujante, que a pesar de que no apareció en mis libros de español de la secundaria, si existió en los de mis hermanos, en esos mismo en que aparecía el Son de la Negra, yambambó yamambé, retumba el negro zorrullo, retumba el negro bien negro, y alguno verso que decía: Hermana hazme llorar.

Ahora no hay tiempo ni para hacer llorar. Ya habrá después, ya habrá después.

¿Cisne?, al parecer no estaba tan complicado.

Agua helada recorriendo mi cuerpo, invierno.
Tu mano roza mi pierna. Una banca en el parque, te sientas a mi lado. Haces como que lees, después ya no, ahora haces como que me conoces. Tu mano más arriba de mi pierna, la boca en mi cuello. Agua helada recorriendo mi cuerpo, invierno. La soledad y el clima aceleran los procesos. Un mes de salidas furtivas y encuentros anónimos. Tu mano en la entrepierna. Agua helada recorriendo mi cuerpo, invierno. -No puedo, otra vez no puedo-. -¿Pasa algo?-. Agua helada recorriendo mi cuerpo, invierno. -Mi padre me espera-. Salgo corriendo del auto, como las veces anteriores.

Calzón Mood

Sandra elegía ropa interior de acuerdo a como se sentía o pensaba le iría durante el día. Color, diseño, textura, tamaño. Como previendo algún evento que su mente repetía constantemente. El rito era el mismo cada mañana, modelar bragas frente a un espejo que cambiaba de nombre y de rostro cada vez. Las rojas la hacían sentir sensual y segura, el encaje ponía el detalle femenino. Las negras la mostraban pasional, atrevida, le daban el control. Las rosas las utilizaba cuando estaba sensible o melancólica. Y esa tanga, milimétrica según su cálculos, que guardaba tan celosamente en el fondo del cajón de hasta abajo de su buró, era la de los viernes, siempre los viernes.

Aunque Sandra, aquella misma que hasta antes de cumplir veintiocho años, creía y esperaba a un príncipe azul, ahora solo deseaba que alguien le diera sentido al mood su ropa interior.

La última vez que salió de su casa, llevaba puestos unas bragas amarillas. Después nunca más la volví a ver.

Al día siguiente . . .

Ayer, por primera vez, pasé casi dos horas en el Departamento de Justicia de Estados Unidos, ese seguramente no es el nombre correcto de la institución, cuya sede está en cada puente, pero es lo más que recuerdo del nombre que versaba en la entrada del recinto. Dos horas en las que conté casi cada uno de los 120 minutos que duraron, y que me hicieron pensar acerca de muchas cosas, las clásicas reflexiones después de una metida de pata. El incidente es tan risible que me resulta incontable, sin embargo los efectos que tuvo, no son para nada de chiste. De pronto nos vimos revisados por todo un séquito de seguridad, que incluía perros y otras clases de personas y que terminó con la suspensión de una Visa, que al menos no fue la mía. Y ahí sentado, esperando el veredicto de la gran justicia anglosajona, me topaba con la impotencia causada por nuestro mexicano concepto de la justicia, donde la benevolencia, el soborno y toda clase de posibilidades caben. Y no, no es que este de acuerdo plenamente con la justicia de EU que esconde vicios de doble moral, discriminación, prepotencia y poco sentido común, sin embargo en cuanto a la aplicación de la ley, por más minúscula que sea la falta, la regla se aplica a rajatabla y sin espacio a consideraciones de ninguna índole. Y nosotros, como buenos mexicanos, seguíamos esperando que alguno de los elementos utilizados al enfrentar a la justicia mexicana, surtieran efecto ante aquellos uniformados azules que entraban y salían, o que al menos deslizaran un poco de sentido común, el cual nunca llegó.

La suspensión al menos fue sólo de un año. Y al final, no me quedó tan claro, cual es el tipo de justicia que como mexicanos nos iría mejor. Aunque viendo como trataban a un compatriota de rasgos indígenas, al que de mara salvatrucha no lo bajaron, creo que me quedo con nuestro chambón sistema de justicia. Esto último me recordó el primer corto de Cero y van cuatro, una buena película mexicana que vi la semana pasada (en 2x1 claro está) y que bien podría ser un documental de situaciones tomadas al azar de la justicia mexicana. Recomendada.

Los ideales de Lunfardo

Lunfardo se veía realmente enfadado, avanzaba de regreso, a paso veloz por la vía láctea. Había pedido a los dioses que le concedieran una estrella, y estos, extrañamente, decidieron concederle dicha petición. De ahí que las inacabables maldiciones y blasfemias de Lunfardo no se debieran a una negativa dada a su demanda, si no a que en lugar de una estrella, lo habían hecho ir hasta aquel recóndito lugar en la galaxia y a cambio, le habían otorgado una inmensa bola (que era la única forma que le encontraba) de fuego, la cual era (en palabras del propio Lunfardo), extremadamente incandescente y exageradamente caliente, a la que por ningún lado le encontraba seis, o al menos cinco picos, y que distaba mucho de ser aquella estilizada estrella de David que tanto había visto en ilustraciones de niño, imaginado de noche, e idealizado en múltiples de sus sueños.

Su deseo no coincidía para nada con lo recibido. De ahí la ira de Lunfardo.

El crimen perfecto.

“Hay miradas que matan” esperó 30 minutos más, pero “Contigo hasta el fin” no apareció. Lo mismo sucedió los cinco días siguientes.

A pesar de que “Hay miradas que matan”, nunca había visto a los ojos a “Contigo hasta el fin”, sentía conocerlo cabalmente, de ahí que las peores posibilidades se formaron en la mente de “Hay miradas que matan”, ¿enfermedad?, ¿accidente?, ¿secuestro?, ¿muerte?.

Muerte.

Lo que “Hay miradas que matan” nunca imaginó fue que “Contigo hasta el fin” la había matado, esta vez sin la necesidad de una mirada.

“Contigo hasta el fin” había utilizado la opción No Admitir

Lunes prejuicioso

Seguramente si nos cuestionaran si tenemos prejuicios, saltaríamos al instante con una negación, aludiendo a una mente abierta y a un amplio criterio; sin embargo si nos atenemos a la definición primaria de PREJUICIO (Juicio u opinión, generalmente negativo, que se forma inmotivadamente de antemano y sin el conocimiento necesario), y la transportamos a la vida diaria, seguramente encajaría a la perfección en múltiples situaciones.

¿Y quién no hace juicios anticipados?, todos los hacemos, desde los más generales, basados en indumentaria, edad, clase social, apariencia, "primera impresión", color, actitud, gustos, etc. hasta los más especializados, derivados de los anteriores, y entonces tenemos juicios basados en colores utilizados, lenguaje, mirada, complexión, música, aficiones, equipo deportivo, tipo de letra, libros, religión, etc, etc,. Y es en este ejercicio cotidiano, que resultamos todos unos expertos, en lectura del aura, grafología, psicología, sociología, y un sinfín de materias más.

Por si esto no fuera suficiente, la aparición de la sociedad virtual, ha traído consigo también prejuicios propios, y es aquí, donde debo confesar algunos de los exóticos prejuicios que he tenido: en el messenger, detesto los nicks de grandes frases, me dan señal de cursilería, estupidez e inmadurez, eso sin contar con lo que la frase en turno diga; la fuente de la letra que utilizan también es motivo de juicio, cualquier fuente fuera de las normalitas, (arial, times, tahoma) o con tamaños grandes o de diversos colores, me causan aversión y predisposición negativa. En cuanto a los blogs, no soy tan prejuicioso, aunque he de manifestar que me da una enorme flojera de entrada, leer blogs que cuenten con templates azotados, de frases e imágenes fatalistas o underground, y lo mismo me causan los templates rosados o que les cuelgan hasta el molcajete, mejor ni le entro, por aquello del spam.

Y es que al final, hacer juicios anticipados, siempre será inevitable, sin importar el tipo de sociedad a la que se pertenezca, todo lo que sea diferente a uno mismo, siempre será una amenaza, acerca de la cual deben tenerse todo los datos posibles, aún cuando la fuente de dichos datos, sea nuestra propia mente.

Me había dispuesto a darles algunas armas para que elaboraran otros prejuicios acerca de mí, pero sería arriesgarme a perder a mi único lector, así que tendrán que conformarse con los datos virtuales que les ofrezco.

A 5 días de haber iniciado el año, aún me da pavor y aversión pronunciarlo, ¿dos mil?¿dos mil y algo? . . Y es que cada dígito a la derecha suena a cuenta regresiva y me provoca una paranoia incontrolable, creó que pienso demasiado en lo que me queda en el reloj biológico, de una forma desproporcionada, pareciera que no tuviera 22, aunque quizá se deba a que me visualizo varado, con muy poca acción, cosa que se arregla actuando. Sin embargo la desfamiliarización, con la nueva cifra del año, no se debe solamente a dicha aversión natural, si no que también se debe a la costumbre de tener el 2004 en la mente los últimos 365 días, lo que me traslada a las inevitables equivocaciones que me ocurrían durante el mes de enero de cada año, en la escuela primaria, al colocar la fecha en la parte superior de los apuntes, operación que siempre detesté, y que sólo practicaba cuando el profesor en turno lo exigía. Quizá si hubiera sido diligente en esa tarea, ahora no sería tan desorganizado, bendito el blogger que coloca las fechas a los posts de forma automática.

Esperar otro año para terminar o iniciar etapas, suena tan ineficiente como irónico, los cambios se realizan el día que se practica un camino diferente a casa, en el momento en que se ejercen nuevos hábitos, en el instante en que el pie inicia el movimiento para dar un nuevo paso. Aunque siempre se agradecerá la disposición que flota en estos días para realizar cambios, aún cuando la mayoría se quedan en propósitos, nunca faltará alguna gorda que terminé flaca el año, o algún romántico que logré encontrar a su Dulcinea, o a un escéptico, que logre no hacer propósitos, pero sí algún cambio significativo.

Camino a la Simpleza

No he podido agregarle
un cabello a mi cabeza,
terrenal descubro,
que la inmensidad también llora polvo,

y sucumbo,

ante lo irremediable,

la vida,

la muerte,

rutas que coinciden,

donde un renuevo de musgo en mis pies,
celebra que queda siempre,
un retorno señalando:

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Estoy convencido de que la importancia y/o la personalidad de un blog, está determinado por el contenido de este y no por la apariencia o el template que porte. Sin embargo también debo confesar que la mayor de las veces nos dejamos guiar por la primera impresión y ya después nos disponemos a leer. De cualesquier forma, la decisión de cambiar el template no se basó en ninguna de las premisas anteriores, si no en mi imposibilidad de permanecer sin cambio por un largo periodo de tiempo, invariablemente las mismas cosas terminan por aburrirme y ahogarme en el tedio, aunado a un espíritu experimental de conceptos y diseño que me posee de cuando en cuando. Por lo cual queda garantizado que el cambio se limita solo al template, exclusivamente el cascarón, el contenido, para bien o para mal, seguirá el mismo curso.

El camino a la Simpleza no es mas que un postulado personal que promueve una vida sin complicaciones, bajo la teoría de que las situaciones solo se convierten en problemas cuando le damos esa lectura; no es en sí, una promoción optimista de alguna alquimia o una receta infalible de superación personal, si no simplemente un concepto que recurre a la aceptación de irremediabilidades y que invita a andar una vida no tan seria y a volver siempre a las cosas sencillas, a devenir a la simpleza.

Creo que al final este intento acabó un poco optimista. Desearles una año que cubra todas sus expectativas, parecerá también optimista, de igual forma, les deseo un 2005 satisfactorio, personalizado para cada uno de ustedes.

Un abrazo.

Rigoberto Castillo