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el tiempo se detiene,
losespaciosseamontonan,
el presente colapsa,
y el drama es una bola de nieve.
But then ...
¡I take it easy!
Inminente diciembre.
Sin querer caer en la cuenta todavía, diciembre va como una ráfaga al encuentro del próximo año, que aún siquiera el pronunciar el número, me causa ya una esquizofrenia natural y una aversión por una cuenta regresiva que quisiera que se prolongará lo más posible, pero que la ansiedad misma, hará todavía más fugaz. Hacer una retrospectiva de lo que fue un año, para realizar recuentos, además de ir en contra de mi naturaleza, se me hace, desde antes de emprenderla, una tarea inútil, sabiendo de antemano que el año poco me ha dejado y también yo, poco he dejado. Hay como en todo, algunas excepciones.
Y casi al final, me veo, varado en una meseta, que no si sí es inclinada o ascendente, en donde me envuelve una mezcla de nihilismo, pereza, indolencia y mediocridad recién descubierta, producto de la desvirtualización de cualquier cosa que parezca tener valor; círculo que me ha envuelto y me ha azotado en la cara mi vulnerabilidad, no, nunca he tenido el control, aún cuando el oído me llena la cabeza de gritos que aseguran que el próximo año será una buena oportunidad para reacomodar la escalera, quizá sí, prefiero creerlo así, sobre todo cuando esperar, parece ser lo único viable, y dormitar un mes más, nunca está de más.
"El próximo año será mejor", repite mi innegable mexicanidad, habrá que echarle la culpa a mis genes y a esta cultura que me ha amamantado. Aunque esta vez, sé que el año por venir es definitivo para demasiadas cosas, que tendré que aprender a no posponer.
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Dos realidades navideñas: